miércoles, 28 de enero de 2015

Cumplir una meta, seguir fuera

He estado a punto de marcharme de aquí, de tomar una vía "fácil" y cómoda para mí. De volverme a mi querida Valencia y realizar allí el proyecto de fin de carrera.

La idea principal de irme de mi ciudad era para realizar fuera el TFG, más que nada porque así lo ha impuesto el mandamás de mi carrera. Así que eso lo asimilé pronto y bien. Quería irme por un tiempo y supe pronto que ese viaje sería para acabar mis estudios. Nunca me pareció mal. Pero jamás me planteé lo diferente que podría ser la carrera que he estudiado en España a su equivalente en cualquier otra parte del mundo, en este caso, en Holanda. No hago más que quejarme de lo técnico e ingenieril que me parece todo aquí. Que llevo 5 meses tragándome mierdas de caminos que en la vida me han interesado ni me interesarán. Hace ya unos años que enfoque mis intereses dentro de arquitectura técnica hacia patrimonio histórico o más aún, mi sueño, interiorismo. Pero al volver de Navidad, sin querer darme cuenta de ello antes pero teniéndolo delante de mis narices desde que llegué a Groningen, me di cuenta de que no me iban a ofrecer nada que se le pareciese a esos ámbitos que me gustan. Intenté buscar y luchar por encontrar algo que fuera arquitectónico, algo donde no tuviera que pasarme 5 meses estudiando hidráulica o no sé que más que esta totalmente fuera de mis intereses profesionales. Así que, ¿porque conformarme con lo que me daban si al fin y al cabo no me gusta? 

"No me gusta" es algo fácil de  saber, es mucho más fácil saber lo que no nos gusta que lo que sí nos gusta. Así que me medio convencí de volver. Mareé a mi universidad de Valencia, a la de aquí también, a mis amigas de aquí y de allá, a mi familia y por supuesto me mareé a mi misma. Por un momento, estaba más en Valencia que en Groningen. Siempre pensando que era mejor para mi, que estaba luchando por mis intereses y mis preferencias, y  que no iba a quedarme haciendo algo que estuviera totalmente fuera de mi motivación. Pero aun con todas esas razones, no me decidía. Algo en mí me estaba frenando a decidirme. Algo en mi me estaba recordando que vine aquí a por todas. Que todo el mundo me apoyó para que hiciese exactamente lo que más conveniente creyese. Y aunque me decían que lo fácil era quedarme y conformarme, dentro de mí yo sabía que no. 

Lo fácil era volver a mi cómoda y bonita vida española. Todo en mi idioma. Mi cama. Mi casa. Mi madre. Mi gente. Mi coche. Todo eso que echo tanto de menos muchas veces. Pero de repente, hablando con un profesor del proyecto de aquí, me convencí de quedarme. No iba a estar sola me decía. Que iba a estar conmigo y que trabajaríamos juntos para sacarme el proyecto. Y lo decidí. Decidí quedarme, luchar contra este reto que tan a punto a estado de dejarme tirada en mis metas y mis ganas de superarme. He podido derribarlo y no he sentido más que alivio. Estoy contenta, siendo consciente que estaré derrumbada de vez en cuando viéndome lo perdida que estoy y sabiendo que en Valencia todo es mucho más fácil. Pero he confiado en mí. Quiero que esto salga bien, pero si sale mal, quiero saber que lo intenté. Que me puse en marcha con un proyecto que nunca hubiese estado entre mis preferencias, que confié en no sentirme sola en esto porque confié en ser fuerte, y confié en aprender. Son solo 5 meses más que tengo que sacarme la carrera. Solo 5 meses fuera, después de 22 años viviendo en la misma casa. No quiero ser débil. Y me siento bien. Ahora mismo me siento bien. Y sé que pase lo que pase recordaré que al tomar esta decisión respiré aliviada, y que mientras tomaba la decisión de volverme a Valencia, aunque mi persona lo pedía a gritos, mi subconsciente no me dejaba dormir. 

Voy a por todas desde aquí. Quiero disfrutar 5 meses más, y quiero estar bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario